A trabajar !!!

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domingo, 26 de mayo de 2019

BENCENO





EL BENCENO


El arquitecto molecular

La idea para la teoría le llegó a Kekulé en un viaje en el transporte de la ciudad. Con los resultados experimentales divagando por su cabeza, tuvo un vívido ensueño. 
Por Franco Mir (Biólogo, becario doctoral de Conicet)


La actividad científica requiere constancia y mucho estudio, pero sobre todo se necesita una nutrida imaginación. Friedrich Kekulé fue un químico alemán que aprovechó de manera asombrosa sus entresueños.
La Química Orgánica es una rama que estudia una clase de moléculas que contienen carbono: los compuestos orgánicos. Entre 1858 y 1861, Kekulé y otros investigadores plantearon la “teoría estructural de la química”, que establece:
Los átomos de los compuestos orgánicos pueden formar un número limitado de enlaces con otros átomos; ese número es la valencia. El carbono tiene valencia cuatro; por lo tanto, puede formar cuatro enlaces.
Un átomo de carbono puede usar una o más de esas valencias para formar enlaces con otros átomos de carbono y formar moléculas en forma de cadena.
La idea fundamental para proponer la teoría le llegó a Kekulé en un viaje en el transporte de la ciudad. Con los resultados experimentales divagando por su cabeza, tuvo un vívido ensueño.
Comenzó a “ver” distintos átomos danzando frente a sus ojos, vio cómo dos átomos pequeños se unían para formar una pareja y algunos más grandes se empalmaban con dos o cuatro átomos pequeños formando cadenas.
Esa noche no durmió. Al llegar a su casa, esbozó la teoría estructural que publicó en 1858. Sus visiones de ensueño le habían dado la clave para explicar las uniones entre átomos y la estructura catenaria de los compuestos orgánicos.
Sin embargo, esa no sería la última vez que encontraría inspiración en sus visiones para hacer ciencia.

El benceno y el uróboro de fuego. 
Luego de proponer la teoría estructural, Kekulé comenzó a estudiar un compuesto conocido desde hacía un tiempo, pero cuyas propiedades intrigaban a los químicos de la época: el benceno.
Este era una sustancia de fuerte aroma, con una baja proporción de átomos de hidrógeno respecto de los de carbono y que reaccionaba con otros compuestos de manera distinta a los hidrocarburos conocidos hasta el momento.
Estas características, que la estructura en cadena no podía explicar, parecían no ser exclusivas del benceno sino también de otras sustancias aún no identificadas.
En 1862, Kekulé se encontraba en su estudio dibujando, a manera de un arquitecto molecular, variaciones de los enlaces del benceno en forma de cadena.
Al cabo de un rato, y sin ningún atisbo de llegar a una estructura satisfactoria, se sentó frente al hogar y empezó a quedarse dormido.
De repente, los átomos de carbono e hidrógeno, formando cadenas zigzagueantes y retorcidas, comenzaron a danzar sobre el fuego de manera similar al movimiento de las serpientes.
Una de estas serpientes moleculares giró sobre sí misma y se mordió la cola y formó un anillo perfecto, girando de manera violenta y burlona ante los ojos del científico, como un uróboro.
Éste es un personaje mitológico presente en muchas civilizaciones. Se lo representa como un dragón, serpiente o gusano que se muerde su propia cola y simboliza aquellos fenómenos cíclicos, que vuelven a empezar luego de haber terminado.
Después de pasar la noche graficando al benceno y sacando cuentas, Kekulé formuló la hipótesis de que éste tenía la estructura de un hexágono, con los átomos de carbono como vértices, un átomo de hidrógeno unido a cada uno de ellos y tres dobles enlaces alternados entre los carbonos.
Tres años después publicó un trabajo en el que proponía una estructura anular para el benceno y otros compuestos aromáticos.
Así, los hidrocarburos se dividieron en compuestos alifáticos (con la estructura de cadena) y compuestos aromáticos (con forma de anillo), cada uno con sus propiedades características.
El modelo propuesto por Kekulé sirvió para explicar y experimentar por mucho tiempo en el área de la Química Orgánica.
Calderón de la Barca dice: “Estamos en un mundo tan singular / que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña / que el hombre que vive sueña / lo que es hasta despertar”. ¿Qué sería de la ciencia sin los sueños? ¿Qué sería de la vida sin ellos?


Ahora, a debatir sobre las siguientes preguntas !!!




· ¿Conocían esta anécdota histórica sobre el científico Friedrich Kekulé?¿Cómo estudiaban las estructuras químicas los científicos de esa época? ¿Cómo realizaba sus investigaciones Kekulé?
·  ¿Qué aspectos de la ciencia se pueden abordar a partir de este ejemplo histórico?
·  ¿Es el planteo de una hipótesis una actividad creativa? ¿Es la creatividad el resultado del esfuerzo o de la inspiración?


 PARA SEGUIR LEYENDO...

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EL SUEÑO DE KEKULÉ: ¿ES LA CREATIVIDAD EL RESULTADO DEL ESFUERZO O DE LA INSPIRACIÓN?
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Miguel López Astorga
Departamento de Educación, Universidad de Los Lagos, Osorno, Chile
En el siglo XIX, el químico Kekulé aseguró que había descubierto la estructura de la molécula del benceno gracias a que había soñado con una serpiente que se mordía su cola. Este hecho provocó que muchos pensaran que en la invención no tienen un papel tan importante el estudio y la actividad metódica. No obstante, parece que, en realidad, sí que poseen una función esencial y que la creatividad es el resultado tanto de las peculiaridades subjetivas del individuo como de su formación académica.
En el siglo XX, desde el ámbito de la filosofía de la ciencia, aparecieron trabajos que defendían que el descubrimiento científico poseía una lógica, es decir, que era un procedimiento que seguía pasos ordenados. Un enfoque particularmente emblemático en este sentido puede ser el de Hanson (1985).
Las tesis de Hanson (1985) pueden ser entendidas como un apoyo a la idea de que la invención y la creatividad en los seres humanos son procesos más afines a la racionalidad que a la irracionalidad, teniendo, por consiguiente, mayor relación con las tareas metódicas que con la actividad guiada por la inspiración que, habitualmente, se les atribuye a los artistas de diferentes ámbitos y que se describe, en ocasiones, por medio de alusiones mitológicas que apelan a las musas griegas.
No obstante, existen episodios en la historia de la ciencia que, aparentemente, pueden poner en cuestión este enfoque. Tal puede ser el caso de, por ejemplo, el famoso y conocido sueño de Kekulé. Kekulé fue un reputado químico orgánico alemán que vivió y desarrolló su actividad intelectual a lo largo del siglo XIX (sobre el impacto y la trascendencia de sus investigaciones puede hallarse información relevante en Rocke, 1985, y en Benfey, 1958). Un aspecto importante de su trabajo es el relativo a la mencionada ensoñación, la cual ha sido considerada por algunos como uno de los casos científicos más impactantes, pues condujo nada menos que al descubrimiento de la estructura de la molécula del benceno. Según Kekulé, él pudo describir esta estructura porque soñó con una serpiente que se mordía la cola, lo que le llevó a plantearse la posibilidad de que la molécula del benceno tuviera forma de anillo. Los científicos de su época intentaban descubrir la estructura de la citada molécula a partir del conocimiento disponible sobre otras moléculas de carbono, cuya estructura consistía en cadenas lineales. De esta manera, aunque no se rechazaban otras alternativas, tampoco se consideraban otras opciones. De ahí la trascendencia de la aportación de Kekulé.
No obstante, esta sugerente historia pierde gran parte de su encanto a partir de los hallazgos de documentos del propio Kekulé que ilustran cómo fue su verdadero proceso de descubrimiento, el cual se vio acompañado de procedimientos de análisis puramente académicos y científicos, y poco relacionados con lo onírico. En este sentido, quizás podrían ser aplicables a este caso las tesis de Gentner (1983) acerca del razonamiento analógico. Según esta autora, en los procesos de comparación existe una transferencia desde el análogo al tópico (en el caso del sueño de Kekulé, podríamos hablar de una transferencia de la serpiente soñada a la molécula del benceno), transfiriéndose únicamente aquello que es semejante y de interés. Lo que se comparan son nexos relevantes, independientemente de los componentes que esos nexos unen. Desde este punto de vista, un nexo relevante entre la serpiente soñada y la molécula del benceno bien pudo ser la estructura circular.
En cualquier caso, un trabajo relativamente reciente, el de Stenning y Van Lambalgen (2002), ha estudiado este caso de la historia de la ciencia y las consecuencias que presenta con respecto a los supuestos de Hanson (1985). Desde su punto de vista, a pesar de que soñar es, efectivamente, un proceso irracional, no hay que olvidar que Kekulé sólo pudo interpretar su sueño como una señal para una hipótesis novedosa porque se hallaba en un contexto histórico de la química determinado. Un científico de otra época que no tuviera relación con dicho contexto no podría haber interpretado su sueño de la misma manera. Por tanto, según ellos, existen tanto niveles idiosincrásicos o subjetivos, como sistemáticos o lógicos, en las actividades creativas y de descubrimiento, y se pueden conciliar estas dos dimensiones. No se trata de despreciar los aspectos personales propios de cada sujeto, sino de recordar que esos aspectos sólo pueden ser fructíferos a partir del contexto teórico en que se dan.
Tenemos, de esta manera, que la sugerente historia de que Kekulé descubrió la estructura de la molécula del benceno gracias a un sueño es una verdad incompleta, ya que habría que añadir que el que soñó fue un químico con la formación académica correspondiente a su época y que únicamente en función de esa formación pudo aplicar su sueño a sus estudios. Parece, pues, que la creatividad y la invención no dependen exclusivamente de las particularidades subjetivas de los individuos, y que se necesita estudio, formación y trabajo académico para que las intuiciones den un buen resultado. Hanson y los “amigos de la lógica del descubrimiento” tienen, por tanto, su parte de razón. Las novedades apropiadas en la ciencia precisan de un conocimiento previo que necesita ser debidamente relacionado, analizado y elaborado para poder llegar a descubrimientos. Inspiración y método, ambos factores a la vez, pueden ser la clave.
https://uruguayeduca.anep.edu.uy/sites/default/files/styles/imagen_de_recurso/public/2017-12/Kekul%C3%A9%20descriptiva.jpg?itok=7VbNJrq9

Referencias

Benfey, O. T. (1958). August Kekulé and the birth of the structural theory of organic chemistry in 1858. Journal of Chemical Education, 35, 21-25.
Gentner, D. (1983). Structure-mapping: A theoretical framework for analogy. Cognitive Science, 7, 155-170.
Hanson, N. R. (1985). Patterns of discovery: An inquiry into the conceptual foundations of science. Cambridge University Press.
Rocke, A. J. (1985). Hypothesis and experiment in Kekulé’s benzene theory. Annals of Science, 42, 355-381.
Stenning, K. y Van Lambalgen, M. (2002). The natural history of hypotheses about the selection task: Towards a philosophy of science for investigating human reasoning”. En: K. Manktelow y M. Chung (Eds.). Psychology of reasoning: Historical and theoretical perspectives. Psychology Press

Para seguir pensando

·   ¿Qué imagen de la ciencia y la actividad científica se transmiten en el artículo del diario? ¿Están de acuerdo con su contenido?
·  ¿Qué imagen del científico transmite el artículo? ¿El título “Arquitecto molecular” representa las actividades que realizaba/realiza un químico?
·   ¿En el aula qué imagen de la ciencia se transmite? ¿y los recursos, por ejemplo, los libros de texto, los videos, etcétera, qué imagen transmiten?


TE INVITO A OBSERVAR LOS SIGUIENTES VIDEOS EDUCATIVOS PARA COMPLEMENTAR LOS CONOCIMIENTOS







FINALMENTE 

¿SOLO KEKULÉ TUVO SUEÑOS POTENTES PARA LOS AVANCES CIENTÍFICOS ?

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